Con el confinamiento, el medio ambiente tiene su momento de tranquilidad. Han bajado los índices de contaminación, el silencio ha llenado el espacio público y, en muchos lugares, los animales han perdido el miedo y se han adentrado en los espacios urbanos. Parece, pues, que quedarse en casa también ayuda al despertar de una naturaleza que ya de por sí, en primavera, se despierta del largo sueño del invierno con formas y colores caprichosos.
La naturaleza, precisamente, siempre ha sido fuente de inspiración artística. Las flores, en particular, aún más: son recurso para canciones, versos y prosa que evocan sus formas, colores y perfumes; el pincel del artista plasma sobre tela, cerámica o madera sus tonalidades, y nos cubrimos, cada primavera, con prendas estampadas de coloridos motivos florales.
En Andorra, si una flor tiene el papel protagonista en la inspiración artística es, sin duda, la grandalla, de la familia de los narcisos, conocida como «narciso de los poetas». Esta frágil flor, de seis pétalos blancos con corona amarilla ribeteada de rojo, crece en primavera, medio escondida, y se la reconoce con el título de «flor nacional de Andorra».
Narcissus poeticus es su nombre científico y sin duda es un poético narciso, porque una larga lista de autoras y autores de Andorra le han dedicado poesía y prosa poética. Con sus letras han descubierto la frágil flor blanca de pétalos finos como el papel, de tallo esbelto y delicadamente curvado, y han descrito su profundísimo perfume característico. Un perfume que se descubre saliendo a la montaña y acercándose a cada flor.
Con las medidas adoptadas en Andorra para el desconfinamiento parcial, que permiten salir a pasear o practicar un poco de deporte, podemos disfrutar de las grandalles, sobretodo las personas que viven en parroquias altas o fuera de núcleos urbanos. Tenemos la suerte que grandalles y otras flores son fieles, año tras año, a la llegada del buen tiempo. El próximo año las tendremos de nuevo aquí, estampando los prados. Será un motivo más para descubrir la naturaleza y valorar el precioso entorno natural de Andorra. Un tesoro a descubrir y, sin duda, a respetar y conservar.