A estas alturas, quien más quien menos se apresura a decorar su casa con un toque navideño. Los que tienen criaturas en casa quizás son los más puntuales. Poner el árbol, montar el pesebre, dar de comer al Tió y portarse bien porque Papá Noel o los Reyes Magos ya están atentos son los rituales de estas fechas próximas a la Purísima. De hecho, en Casa Viva, en la planta 2 del centro comercial, disponen ya y desde hace días de muchos elementos de decoración.
Pero ¿de dónde viene la tradición del pesebre? Pues de Italia, y el primer pesebre se atribuye a san Francisco de Asís. En nuestra zona se introduce en el siglo XVIII porque, sin tele ni Internet, constituía un buen método para enseñar a los pequeños de casa la historia del nacimiento de Jesús.
El pesebre, además de realizarse con elementos hallados en la naturaleza, como ramas de la poda de árboles, musgo o piedras, que se usan como montañas, por ejemplo, es inconcebible que no posea ciertas figuras características y tradicionales: el buey y la mula, el pastor de la anunciación y, evidentemente, el caganer. Si las primeras figuras eran efímeras, realizadas para el momento y año en cuestión, en Cataluña surgen, con los años, grandes maestros escultores que se dedican también, y con gran éxito, a la creación de figuritas para pesebres, inspiradas en el costumbrismo rural o en el exotismo oriental.
Ya sea para enseñar la historia o para seguir la tradición, aunque no se sea creyente, la verdad es que existen personas que se convierten en verdaderos artistas cuando montan el pesebre, e invierten tiempo, dinero, paciencia y mucho espacio. Y es que hay pesebres que son auténticas obras de arte. Una tradición que vale la pena conservar.