Descubrir y redescubrir Andorra, en cualquier época del año, es una forma de ver el país desde puntos de vista diferentes. Si los colores teja y ocres tiñen la naturaleza en cuanto llega el otoño, y el blanco los sustituye en invierno, todo cambia cuando arranca la primavera. Aún cubierta de un buen manto de nieve, visitar Andorra por Semana Santa es, sin duda, un acierto.
Para los amantes del esquí, la montaña y la naturaleza, estas son unas buenas fechas, porque las estaciones de esquí aún están abiertas. Sea cuál sea la modalidad que practiquéis, Andorra tiene kilómetros de pistas ¡para que os sintáis libres!
Para los que prefieren conocer la historia y las costumbres de estos parajes, el abanico de museos que ofrece Andorra es muy amplio. En esta época podéis visitarlos y complementarlo con rutas por las iglesias románicas, donde descubriréis pinturas milenarias y arquitectura autóctona cien por cien.
Si la tendencia urbanita vence y queréis saborear rincones con encanto, terrazas al sol y momentos de relax en Caldea, así como la gran oferta comercial y gastronómica, parad en Andorra la Vella y en Escaldes-Engordany. Ir y venir por el eje comercial peatonal —con illa Carlemany en el centro de todo— es, sin duda, el deporte rey si escogéis esta opción.
Planes en Andorra no faltan y si tenéis cuatro o cinco días para llevarlos a cabo, podéis hacer una perfecta combinación que os permita disfrutar de la nieve y la naturaleza, de las propuestas culinarias del Pirineo, del relax de las instalaciones termolúdicas de Caldea y de la práctica del shopping, sobretodo en illa Carlemany, ¡el centro de Andorra!
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